domingo, 3 de febrero de 2019

ATACANDO LA IGUALDAD

"Un cierto silencio"
ANGELES CASO





Por desgracia, se veía venir. Después del éxito de Vox en las elecciones andaluzas, mientras atendía con interés las explicaciones de los analistas políticos sobre las razones de su irrupción, no dejé de preguntarme hasta qué punto lo ocurrido tenía que ver con la “reacción” –en el sentido de “actitud opuesta a las innovaciones”, según la Academia– frente al cada vez mayor empoderamiento femenino. 
ME ASUSTA VER QUE UN PARTIDO NOS OBLIGA A DEBATIR SOBRE ALGO QUE CREÍA TAN SUPERADO

Bastaron unas semanas para descubrirlo: en cuanto hubo algo que negociar, lo primero que ese partido puso encima de la mesa fue la ley contra la Violencia de Género. Es decir, la expresión del acuerdo de la ciudadanía española para combatir un antiquísimo drama ligado a la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres porque pueden someterlas mediante la fuerza física.

Mezclar ese tema con la violencia intrafamiliar –que, por supuesto, existe– es una triste manipulación de dos realidades que pueden llegar a coincidir, pero que no son ­necesariamente la misma. Decir que hay muchos hombres que son asesinados por sus mujeres –cuando las cifras del Ministerio del Interior lo niegan– o que existen numerosas denuncias falsas por violencia de género –otra supuesta verdad negada por las estadísticas de la Fiscalía del Estado– no dejan de ser burdas mentiras que sólo intentan justificar lo injustificable: el intento de atacar la igualdad desde su misma base.

La ley contra la Violencia de Género –avalada, no se nos olvide, por el Tribunal Constitucional– está lejos de ser perfecta, pero está contribuyendo a perseguir algo tan horrible coordinando esfuerzos y aplicando sistemas de protección imprescindibles, y no dilapidando el dinero en “chiringuitos feminazis”. Que se lo pregunten a las mujeres maltratadas y a sus hijos.

Me asusta ver que un partido de extrema derecha, exuberante de testosterona y machismo, nos obliga a debatir sobre algo que creíamos tan superado. Pero, sobre todo, me entristece ver que el PP es capaz de seguirles el juego con tal de hacerse con un pedazo de poder.

Como feminista, no quiero que el feminismo –que no es la lucha contra los hombres, sino la lucha contra un sistema injusto– sea sólo algo de la izquierda. Tampoco que sea sólo algo de mujeres. Esto nos afecta a todos y mejora la vida de todos. Cualquier paso atrás será pues dañino para todos. Sin paliativos.





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