—A estas alturas y se lanza a hacer una zarzuela...
—Me llamó Alberto (Castrillo-Ferrer) y me comentó que está haciendo una zarzuela y que habían pensado en mí. Yo me quedé un poco perpleja al principio porque era algo muy fuera de lo que estoy acostumbrada a hacer pero claro que sí. Yo no digo que no casi nunca a nada. Todo lo que signifique un reto, bienvenido sea. Al contrario de lo que pueda pensar la gente de que soy mayor e igual tengo menos energía, ahora tengo la sensación de que puedo hacer cualquier cosa, a los 25 igual me daba más reparo.
—Pero, con sinceridad, ¿qué es lo primero que le pasó por la cabeza?
—(Risas) Pensé que yo para el canto no estoy muy dotada pero también es verdad que previamente, antes de que me asustara mucho, Alberto ya me dijo que mi aportación a la función sería en la parte interpretativa. Es una zarzuela con muchos números musicales pero también tiene una trama que es bastante larga así que cantar canto poco, pero bailar bailo mucho.
—Así que sí que canta...
—Algo sí… canto un poquito pero con los cantantes que hay se puede cantar cualquier cosa porque aunque no tengas oído como yo, te pones a su lado y es imposible irte de tono.
—Usted es el ejemplo de una vida dedicada al teatro, ¿se arrepiente de algo?
—En cuanto a lo que ha sido dedicarme a esta profesión, de nada. Quizá podría arrepentirme de no haber despegado antes, de no haberme ido de aquí antes. Durante muchos años, yo he trabajado muchísimo en esta ciudad donde había mucha oferta de trabajo y he trabajado prácticamente con todas las compañías de aquí, con el Teatro de la Ribera hemos hecho giras por toda España, con el Teatro del Alba con Santiago Meléndez, con el Temple, con El Teatro Estable con Mariano Cariñena... Quiero decir, yo he sido una privilegiada porque me tocó una buena época. Pero cuando las cosas empezaron a ir un poquito peor pues quizá no arrepentirme pero sí que he pensado que a lo mejor no hubiera estado mal que hubiera intentado mirar cosas fuera pero no marcharme ¿eh? He sido muy feliz trabajando en el teatro.
—Hay una queja recurrente de que hay muy pocos papeles para mujeres de cierta edad, ¿cómo lo ve?
—Yo lo digo con la boca muy abierta. Para las mujeres de mi edad hay muy poco trabajo. Tú coges cualquier texto y aparte de que el porcentaje de hombres en los textos es doble o triple, las mujeres que hay son las que son. Así que si en cada obra hay mucha menos participación femenina y de una edad entre 20 y 40, la propia dinámica te va excluyendo. A veces las obras presentan personajes escritos para un hombre pero muchas veces lo puede decir un hombre o una mujer. Hay papeles que evidentemente no pero yo abogo por hacer cosas en las que se puedan incluir el máximo de mujeres.
—¿La clave es no parar?
— No te puedes parar porque si desapareces estás muerta. Yo, con más o menos trabajo, pero no he desaparecido nunca.
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